Fotografía Profesional

Chamonix Guides


Cuando el tercer día de escalada Christophe Profit y Pierre Carrier alcanzan el collado de Peuterey a 3934 m, las nubes oscuras de una borrasca han tomado la cumbre del Mont Blanc. El mal tiempo ha llegado sin avisar. Christophe utiliza su radio para certificar el problema: nevará copiosamente durante los próximos dos días y la velocidad del viento alcanzará los sesenta kilómetros por hora. Profit realiza esta ascensión por pasión pero también por dinero: es guía de alta montaña, una profesión exigente, minoritaria y peligrosa. Clava su piolet en la nieve y, con las primeras rachas de viento golpeándole la cara, describe la situación a su cliente. Es un momento complicado en el que hay que tomar una decisión: descender a través de un glaciar sin visibilidad o continuar hacia la cumbre en medio de la tormenta. Una decisión equivocada no le supondrá vender menos electrodomésticos o tener que repasar de nuevo un documento. Aquí, a esta altitud, sin la posibilidad de intervención del helicóptero de rescate por el mal tiempo, un error puede significar la muerte. Toman un trago de agua para limpiar el sabor metálico que la tensión ha acumulado en sus bocas. Es el sabor del compromiso, lo que un alpinista busca y evita constantemente en un peligroso juego del gato y el ratón. Hacer montaña es un flirteo con el riesgo y la plenitud de la vida. Un ménage à trois que puede ser tan sublime como terrible. La cordada continúa hacia la cumbre de 4808 m. A veces lo más seguro es entrar en el ojo del huracán.

A media tarde están en la cima vapuleados por el viento, no ven a más de diez metros de distancia, pero para Christophe es un relieve familiar y cada roca que emerge de la nieve le sirve de referencia. A las dos de la mañana alcanzan la seguridad del refugio de Grands Mulets, en la vertiente francesa de la montaña. Han escalado durante casi veinte horas. Comen un plato de pasta y festejan en silencio el confort del alimento, la comida y el resguardo. Al día siguiente descenderán sin incidentes hasta Chamonix. Un guía experimentado, con más de treinta años de experiencia como Profit, puede cobrar entre 2250 y 2850 euros por una ascensión de estas características. Pero es la pasión por la montaña y compartir estas experiencias únicas, inolvidables con sus clientes lo que hace que estos hombres dejen la seguridad para enfrentarse jornada tras jornada al reto de las ascensiones alpinas. Una actitud que mantiene viva la llama de una de las profesiones más románticas del mundo.


Simón Elias. 2014